bienvenidos

bienvenidos

sábado, 25 de noviembre de 2017

M’AGRADARIA, Salomé Moltó, Alcoy, Alicante, España

Imagen relacionada
Imagen de: growproexperience.com



M’AGRADARIA

Me gustaría escribir este texto en valenciano, ya que es mi lengua materna, si puedo hacerlo en castellano, y en francés. Cuando iba al colegio, estaba obligada a hablar en castellano, o sea con la lengua “oficial”, ya que se me decía: “Una niña bien no debe de hablar en valenciano” y no digamos las monjas que se preocupaban de que fuese “una niña bien”.
A parte de no saber lo que esa expresión significa, ni entonces no ahora, me puse muy atenta y a la búsqueda de lo que significaba “una niña de bien”.
Resulta que tenía que ir bien vestida, con hermosos zapatos y calcetines adecuados, las trencitas bien hechitas así como el flequillo y hablar con un “vaya, vaya” que decíamos “bayoso”
Las frutas que hoy los campesinos echan a los cerdos, se vendían en el mercado a precio económico, fruta que yo debía de pelar y llegar a poder cubrir todo un plato, para que ese postre fuera suficiente para todos los de casa.
.-¡Mama, esta manzana tiene un gusano!¿la tiro a la basura?
.-¡En absoluto! Redondea el espacio donde anida el gusano y el resto lo comemos ¿tu qué crees que los gusanos están tontos? Ellos escogen las frutas mejores, más dulces.
Y cuando los pies rozaban la tierra porque la plantilla estaba perforada, la mama decía levanta un poco el pie y ya el fin de semana te compro un par de zapatillas. Real como la vida misma, se puede decir e ir a buscar eso de ser “una niña distinguida” algo que nunca me ha cuadrado.
Con 19 años emigré con mi familia a Francia. Trabaje cuidando niños en varias familias francesas muy distinguidas que me enseñaron una bella dicción de la lengua gala y ya cuando mis padres volvieron a España, me casé con el novio de toda la vida y me puse a trabajar en un taller de confección y después cogía el metro para asistir a la Universidad, y los fines de semana turismo en la ciudad “Luz”, la más bella del mundo, por su historia, sus monumentos, su arte y cultura. Lo dijo Henri III de Navarra, IV de Francia que “París bien vaut une messe”cuando se convirtió en el yerno de la muy católica Catherine de Médicis.
Tanto por el trabajo, como luego en los estudios pude tratar a todo tipo de persona, marroquines, argelinos, belgas, italiano, polacos, ingleses, alemanes etc. Si después de las clases bajabas a cenar en el Sef-servis, unos días lo hacías con un matrimonio judío, un persa, un senegalés como al día siguiente con otro grupo de gente diferente, personas de religiones, etnias y culturas diversas.
Estas vivencias y muchas otras también, han motivado mi silencio en torno al problema catalán, que la verdad sea dicha, no acabo de entender. Sí que creo en que la identidad de las personas, de los pueblos, su fondo histórico y cultural es algo que las identifica, en cuanto al resto, no tengo ni idea, pero siempre apuesto por el sentido común, aunque no sea el más común de los sentidos.
                                                                                             
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

“INMEMORIAN EN EL DÍA DE LOS DIFUNTOS”, Carlos Rodolfo Ascencio Barillas, El Salvador


Imagen relacionada
Imagen de: Reiki Nuevo


“INMEMORIAN EN EL DÍA DE LOS DIFUNTOS” 

“En recuerdo a mis seres amados”

Yo te canto en la vida de tu descanso
y veo su rostro en tu alegre pecho
tu no estás muerto, estás más vivo
que los vivos que viven muertos
y que están cansados de placeres
en la órbita de sus afanes
y de las felonías de sus caprichos
y de los desechos que atan sus pertrechos
y de la ambición que inhibe su razón
y de las cadenas que duelen en su alma
y de sus voces que no se escuchan
en cambio los que yacen cobijados
con el secreto de la tumba fría
no tienen las penas que abundan
en el mundo ficticio de inmensurables pasiones
ni viven esperando místicas ilusiones
no ven el paisaje de las altas montañas
ni los elevados picos de las bellas mañanas
no ven el despertar en el amaranto de la aurora
ni las soñolientas luces que son sus deudores
no viven para desear en ser famosos
ni adulan lumbreras de complaciendo colosos
no se preocupan por el afán de un día
ni en el siguiente amanecer que desnudos los cría
no se complacen con lejanos llantos
ni con macilentos lamentos
son tan optimistas que ríen en silencio
para que los vivos gocen con grandes aciertos
de tus recuerdos que gravitan todavía.
en un tiempo no muy lejano buscaré tus brazos
y besaré la almohada de tus férvidos atardeceres
quizás encontremos las tristezas que nos separan
aunque espere hasta la eternidad
veré la luz de tus ojos celestiales
en las constelaciones de tu garganta
y un río de torrentes desvaríos
volveré a la tierra de tus encantos
y te miraré nuevamente en tus manantiales
que bañan las rosas de tus jardines
y en agua cristalina que brota de tu pecho.
Padre nuestro que estás en los cielos,
y que vives en todos mis anhelos
y en la inmensa soledad de mis anhelos.
ayer quise comprender las palabras de tu boca
los sabios consejos de tu aliento,
los divinos suspiros de tu viento
y los preciosos sermones de tu pecho.
entonces, me acordaré del día de mi muerte.
Yo caminé rumbo a los alegres cementerios,
y reposé en el nicho medroso de mi sombra,
y bajé al vientre de la tierra esponjosa
y miré las multitudes llorar quejumbrosas.
el llanto derramado en el polvo, y la rosa
vi el cielo de tus esplendorosos manantiales.
y dormí con el sueño de los muertos
y soñé en la almohada de una cuna.
y fragantes violetas habían
y el despojo de mi cuerpo resplandecía,
y un coro alegre acompañaba mi sendero
y en mis noches alumbraba un lucero;
¡Oh! dolor de la muerte viva,
largo fue el camino que esperaban los racimos,
mi alma en silencio sollozaba,
joviales van los muertos a vivir
victoriosos en la gloria de existir,
y los hombres perturbados en su porvenir.
y vivir con el pesar de la muerte,
llorar en los mares de ilusiones
sufrir en las penas de pasiones,
y en las noches, cual canto en mi garganta,
le digo Dios, cuan bella dicha es vivir,
y que sufrimiento son las breves horas.
¡Oh! sombras amigas de mi encanto,
y solitarias compañías de las brisas
no es aquel que siempre puja
ni el que gime en su lamento quebrantar
si no aquel que se afana en su prisa;
Yo no estoy muerto en los cementerios
ni escarpado por marchitas azucenas,
Yo vivo en la paz de tu dulzura
y me deleito con el azul de tus astros celestiales.
Con las estrellas que brillan en mis ojos
mañana despertaré en las primaveras de tus brazos
y habitaré con tus verdes prados,
y en las flores perdurables del verano,
y en la indulgencia de tu mirada.
Porque no habitaré muerto en la tierra
sino vivo en tu eterna morada,
y viviré en tus aguas de reposo,
y en tus manantiales de grandes gozos,
“Padre nuestro que estás en el cielo”
en mi vida siempre serás mi consuelo…
ellos que en la vida caminaron con esperanza
y soñaron con mundos en la garganta,
ellos que amaron con infinita elegancia
y sus fantasías se aferraron con el llanto,
ellos construyeron mundos de fragancia
y amanecieron esperando sus lamentos;
ahora el espanto de la noche les acompaña
donde viven en con sus lechos  nebulosos,
existen cementerios en los vivos
y con tumbas llenas de alegrías,
y de silencios perniciosos,
ellos tienen un corazón palpitante,
y sus miradas son desbordantes travesías
ellos que ha nada le temen
mas que a la soledad de sus ojos,
ellos que naufragan en los universos de sus besos
y en la vía Láctea de sus corazones,
ellos que aman por la eternidad,
y lloran en el silencio de sus lágrimas
ellos que esperan ansiosamente,
y miran con los ojos de sus almas penetrantes
ellos son arcoíris penitentes,
y descubren los rayos de la aurora
ellos que despiertan en la claridad de su nueva vida
y se alimentan de eternas ilusiones,
ellos que llevan la juventud en su costado,
y las ramas de los árboles acarician sus lechos
ellos que dibujan la sonrisa en sus cielos
y gritan de alegría sus lamentos
ellos que tienen la piedad de los vientos,
y murmuran en la brisa de los veranos
ellos que callan en la soledad de los inviernos,
y bendicen el día de los difuntos vivos
ellos tienen la certeza de sus convicciones,
y la luz que emana de su aliento
ellos que tienen el sosiego místico de las alturas,
al parecer tu recuerdo se aleja de mi mente
y los suspiros de tu pecho desaparecen
en las sienes de mi vida.
los hermosos recuerdos de tu aliento
y los estertores que emanaron de tu pecho
y los pasos que caminaron con los míos
en las cruces de tus inmutables cementerios
esos no son muertos, son los vivos
los  que nacen para ser lo que son
y  sin saber que están muertos los vivos
los que poseen  demasiados lujos
y de aquellos que huyen por tentaciones
y ven con su mirada el cristal de los crepúsculos
ellos tienen la estrella de la mañana,
y el carmín encendido de su pecho
ellos tienen el azul alelí de las mariposas,
y los lirios en sus cabellos
ellos son los que saben amar,
solo ellos saben esperar, pensar
llorar, reír, cantar y bendecir…

2-11-2017
                
©CARLOS RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, poeta y escritor salvadoreño
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


EL ENJUICIADOR, Ángel Medina, Málaga, España


















Imagen provista por el autor


EL ENJUICIADOR

Los términos  “iustitia” y “cumpassio” se contraponen. La justicia tiene como antagonista a la compasión. Situados al filo de la navaja ¿cómo acertar?

Aquel enjuiciador era temido por todos. Émulo del  Draco de la Antigua Atenas, sus  dictámenes concluían con el máximo correctivo, por lo que se decía de él, que sus leyes, más que redactadas con la pluma habían sido escritas con la propia sangre de los reos. Su rigor le había hecho apropiarse de la respuesta del legislador heleno, que, preguntado por qué imponía casi siempre la pena capital a los condenados, aducía que las pequeñas  infracciones  merecían tal castigo y no había hallado otra sanción superior para los delitos más graves.
Paradojas del destino, su carrera fue  truncada por un ictus, quedando condenado a tener que vivir en una silla de ruedas, y era tal la aversión que desprendía que  ni  siquiera sus más   allegados quisieron  hacerse cargo de él.  Para su suerte, una desconocida mujer aceptó el  penoso trabajo de cuidarlo.

El provecto no lograba conciliar el sueño a pesar de los somníferos y con frecuencia despertaba de sus pesadillas dando gritos. Presa de su onirismo, se le aparecían los rostros cuyos nombres figuraban inscritos en las lápidas de sus olvidadas tumbas. Había un gigantón que estranguló con sus manos a un hombrecillo. Otro, el de un campesino adicto a historias truculentas que, despechado por su mujer decidió empalarla junto a su amante. También una anciana que, movida por la celotipia aprovechó el sueño de su marido para coserlo a puñaladas con una tijera de cocina. Ciertamente, todos ellos habían quebrantado gravemente la legalidad, pero él decidió que fueran muertos en lugar de conmutar el castigo por la cadena perpetua.

Ante la dantesca visión,  se justificaba diciéndose que había sido necesario aplicar todo el peso de la rectitud, no sólo por castigar aquellas abyecciones, sino también para disuadir a otros cometerlas, debiendo prevalecer la justicia por encima de cualquier conmiseración.

Eran muchos los  que habían sido enviados al cadalso, pero entre todos los recuerdos prevalecía uno, correspondiéndose con la figura de una dulce muchacha que apenas contaba dieciocho primaveras. Era una buena chica, aunque sin formación, de convicciones sencillas y piadosas. Las malas compañías le hicieron entrar en el incierto mundo de las drogas, quedándose embarazada sin saber quién era el padre de la criatura que llevaba en el vientre. Un día, bajo los efectos de los estupefacientes, estando la comuna reunida y continuando sin obtener el reconocimiento de la autoría, habiendo perdido el control de sus emociones y aprovechando un descuido los encerró en el granero, atrancó la puerta y le prendió fuego, pereciendo todos. Consecuencia de aquellos crímenes fue castigada con la muerte, fijándose la fecha de la ejecución para el día siguiente al alumbramiento.

Todo carácter termina doblegándose bajo el peso del dolor. El tiempo y el calor que recibía por parte de la muchacha acabaron por hacerle vacilar de su proceder  en la aplicación de la ley del talión, y deseando poder reafirmarse en lo justo de aquellos fallos tomó los legajos de las sentencias y procedió a revisarlas.

Rebuscando en los documentos  descubrió con horror que los fundamentos de uno de los expedientes no les resultaban ahora  suficientemente probatorios, por lo que el veredicto no se ajustaba a Derecho. Tan sólo le restaba continuar la lectura para saber de quién se trataba. Y al punto, sintió un miedo atroz, pues de hacerlo, no se trataría ya de una víctima anónima, indeterminada e imprecisa, sino de alguien mandado ajusticiar, con nombre y apellidos, y sobre todo unos rasgos  humanos  cuyos ojos no dejarían de interpelarle.
El   inmisericorde mandó a su cuidadora que arrojase aquellos tochos de papel al fuego de la chimenea para así evitar que el remordimiento anidara en él con redoblada intensidad. Estaba tras ella observando el cumplimiento de su orden. En un momento determinado dio un respingo, sobresaltándose. Mientras se consumía el papel en la llama, parecíale que  aquel nombre trataba de cobrar vida, elevándose las letras impresas de tinta en un intento de escapar de la lumbre.
Aquella noche pudo dormir más tranquilo. Fue la última vez que aquellas  miradas le perseguían  con sus reproches. Ojos helados por el frío de la muerte. Manos que corrían hacia él para atraparlo y arrastrarlo al infierno que habitaban. Multitud de gritos que estallaban en su fría testa voceando que le aguardaban en el  averno adónde él les había enviado. Y sobre todo los de la mujer embarazada a cuya hija permitió vivir.

El estado de su ánimo estaba cada vez debilitado, pero el momento que más detestaba era cuando tenía que asearlo en sus necesidades personales. Era allí y entonces donde   más sentía herido su orgullo por la humillación al  reconocer su dependencia hasta el extremo. Cruel paradoja para quien hasta entonces se había constituido señor de vida y muerte, teniendo que admitir su miseria física y moral.

-          ¿Por qué haces todo esto?- quiso saber- Bien sé que no puede ser el dinero, pues no hay plata suficiente para pagarlo. Yo soy un hombre viejo y terminal. Tú, en cambio estás en la flor de la vida.

En tanto hablaba, observó la limpia mirada de la muchacha y sus pupilas  le recordaron a alguien, esforzándose en conseguir saber a quién correspondían. De repente, una lágrima resbaló por su semblante hasta llegar a la boca, saboreando el amargo sabor del dolor y la compasión.

-          ¡¿Tú?!- le demandó con sorpresa.
-          Sí, señoría. Lo ha adivinado. Soy la hija de aquella desdichada a la que mandó ejecutar el día que vi la luz del mundo.
-          ¡Fue la justicia la que se llevó a tu madre!- balbució confuso, asomando en sus palabras el intento de justificación.
-          Mi madre me dejó un testamento escrito para que pudiera leerlo en su momento. ¿Recuerda aquellos papeles que me hizo quemar? En uno de ellos se encontraba su nombre. Entonces, supe que la persona a la que cuidaba era su verdugo. En la carta me decía que moría para expiar su delito, pero que mantuviese siempre, por encima de cualquier otra disposición, el precepto del amor. Incluso para los enemigos. Con esa recomendación trataré de vivir siempre. El resto ya lo conoce.

Cada vez más enmarañado en su pensamiento, acertó a responderle:

-          Ahora tienes la oportunidad de poder castigarme. Sabré comprender tu sentimiento de abandonarme a mi suerte  y morir como un perro solitario, y así vengarás  mi culpa.
-          ¡No!- le respondió con determinación- Mi  resarcimiento  será continuar cuidándolo hasta que entregue su alma. Su razón, la de verse sometido al perdón. Usted eligió el camino  ciego de la justicia  y yo el de la clemencia.

El viejo lloraba como un niño.

Epílogo.- El juez draconiano le costeó la carrera y acabó accediendo a la Magistratura. En el bagaje del aprendizaje conservaba los consejos de aquel hombre, conculcándole en la aplicación de la ley el tener en cuenta siempre la indulgencia posible hacia la debilidad humana.

·         Ver más en   http://novelapoesiayensayoangelmedina.blogspot.com

(©ÁNGEL MEDINA, poeta y escritor español
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


ALZHEIMER, Esther González Sánchez, Vigo, España


Imagen relacionada
Imagen de: atlantichealth.com.au

ALZHEIMER

SI cesa la memoria,
¿A dónde va el recuerdo si cesa la memoria?
¿Dónde la identidad hundida y pálida
se inclina a vertebrar
esa espiral de humo que ensombrece el instante
andariego de auroras?
/
¡Oh noche virginal, oscura y fría
y de áspero racimo:
¿Por qué pones raíces en todo lo que se ama
y te llevas los cantos
y el cántaro del agua en que bebimos?,
/
¡Cuánto espacio  ocupa considerar las rejas
en que viven tus pájaros como reos al uso,
 y la solemnidad de imaginarte
sin ese cerca-lejos que te hace indiferente
cuando vuelca en ti el mutismo
de apagados jardines
y sabemos por qué lloran sus flores!

©
ESTHER GONZÁLEZ SÁNCHEZ, poeta y escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


LA VENTANA, Elsa Solís Molina, Barcelona, España


Resultado de imagen para plantas para ventana soleada
Imagen de: Hogar unComo

LA VENTANA

ESTA VENTANA COMPAÑERA AMABLE
DE AROMAS, MURMULLOS Y PREGONES
DE TARDES DE SOSIEGO INIGUALABLE
DE ROSAS Y CLAVELES EN BALCONES

ES UNA MUESTRA COMO UN ABANICO
DE TODA LA ALEGRÍA Y LOS DOLORES
DEL ESPLENDOR DEL SOL MUDO TESTIGO
DE AMORÍOS, SONRISAS Y COLORES

VENTANAS DE CREPÚSCULOS EN SOLES
DEL PÚRPURA QUE YA TIÑE LA NOCHE,
PIADOSO VELO PARA EL MAL DE AMORES
VENTANA FLORECIDA CON DERROCHE

LA CALLE OFRECE SOL Y CUERDAS
LA VENTANA, SOLO DA SILENCIO
BAJEMOS A CANTAR LAS MUERTAS
COPLAS, HASTA EL AGOTAMIENTO:

“YA SOLO EL RECUERDO QUEDA…
QUE EN COPLAS TE CANTÉ UN DÍA
DEL AMOR QUE COMO VELA…
SÓLO EN MÍ… FUEGO TENÍA“

©ELSA SOLÍS MOLINA, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


sábado, 18 de noviembre de 2017

El origen de las palabras: Refalar. Mulato. Jota, César Tamborini Duca, León, España

El origen de las palabrasRefalar. Mulato. Jota






Refalar. Mulato. Jota
1.      Refalar
¡refalada!

El vocablo criollo refalar proviene de resbalar, suplantando a éste en Argentina y Uruguay. Ese agregado de la efe en lugar de ‘sb’ lo mejora al hacerlo más gráfico, pues da la sensación implícita de realizar esa acción en el verbo. Si aceptamos que resbalar proviene del latín  relabor relabi que a través de las generaciones sufrió cambios fonéticos por los que traspuso dos consonantes y agregó otra, cambiando además una vocal, mayor facilidad encontró el término para mudar en el habitual vocablo rioplatense.

2.      


Bernardino Rivadavia

Mulato



“Mulado” era el hijo de moro y goda o viceversa, por lo tanto, más oscuro que el godo y más claro que el moro. El vocablo árabe es muallad, que en Hispania se transformó en muladi primero y en mulato más tarde, cuya analogía con mula (no con ‘mulo’ como dicen los filólogos) fue aprovechada para hacerle etimología por la coincidencia de ser la mula producto característico de dos razas diferentes, como el mulado.


Transportado el vocablo a América por los negreros, con el uso llegó a sonar mulato, aplicado al producto del cruce de la raza negra con la blanca. En su última forma esa palabra es probablemente de los mismos negros, y se incorporó a los lenguajes europeos que tuvieron contacto americano, sin otra alteración que la inevitable prosódica o fonética.
(La voz pardo que usamos en el Plata como sinónimo amable de mulato procede de las Antillas)
 Esta es una transcripción de una nota a pie de página del libro “Cosas de Negros”, de Vicente Rossi, de la pág. 236 de la 3ra. Edición.




3.      








La Jota

Iota (Ι ι) es la novena letra del alfabeto griego y tiene un valor de 10 (ιʹ) en el sistema de numeración griega. La palabra iota es usada en inglés y en francés para expresar pequeñas cantidades.
La letra jota no existía en el alfabeto romano, en el que se confundía con la “i” pero ambas están emparentadas en tal medida que la letra jota se pronuncia como “i” en el alemán moderno y en otras lenguas. La jota fue introducida en la imprenta por tipógrafos holandeses y llegó al español de la mano de uno de ellos, Pedro Ramus, razón por la cual hasta algunas décadas atrás, muchos la llamaban “jota de Holanda”. Sin embargo los holandeses no inventaron la jota; la tomaron de la iota griega, que provenía a su vez de los alfabetos hebreo y caldeo, en los cuales era la letras más pequeña; de ahí surgió la expresión “no sabe ni jota”, que equivale a “no sabe nada, ni la letra más pequeña”.
Eugenio de Nora en “Futuro Envejecido” (España, pasión de vida) recrea la letra “J” en estos versos:
…”La letra jota de jugar, jardín, / las letras de alegría que arden solas, / ¿dónde están? Quisiéramos saber”…

Pero si nos atenemos a la palabra jota en lugar de la letra j debemos remontarnos a la época de la influencia árabe en el mar Mediterráneo; ésta se dejó sentir fundamentalmente en el sur de Italia y de la península ibérica, y esa influencia también apareció en los bailes, siendo la jota una danza morisca hasta en su propio nombre, si tenemos en cuenta que su autor fue el músico árabe Aben-Jot, que residía en el reino de Valencia. De ahí se extendió a otros sitios, fundamentalmente al reino de Aragón.
Es muy probable que la modificación lingüística haya recorrido el siguiente camino: sus adeptos la llamarían en un primer momento “la danza de Aben-Jot”, transformándose posterior y sucesivamente en “la de Jot”, “la Jot” para concluir con el conocido nombre de “la Jota”. Las migraciones, la transmisión oral de las lenguas en sucesivas generaciones, los cambios fonéticos propios de distintas familias, tribus o etnias, traen aparejados estos cambios que no deben sorprendernos, como puse de manifiesto en mi artículo. 


©CÉSAR TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA