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sábado, 5 de noviembre de 2016

“LEÓN”, Carlos Ascencio Barillas, El Salvador

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LEÓN

Yo soy el félido terror de la selva tenebrosa
y el depredador más temible de las fieras encarnizadas
y soy el carnívoro ancestral en la turbulencia de tus pasiones.
Yo sacudí las extremidades de tus impasibles emociones
y mi instinto homicida acaricio la voz de tus sedientas tentaciones.
Tu aliento es la fría soledad de tus espeluznantes carroñas,
te vi en los desnudos oasis de tus enfurecidas entrañas
y te lleve en las fauces de mis afiladas conmociones,
y en la ponzoñosa garra de tu furia enloquecida.
Yo soy la sombra astuta de tu presa siniestra
y el omnívoro gemir de mi  espavorido poder,
y el  cruento crujir de tu sangriento universo
que aquejan, el licnobio de tus encantos cánidos turbulentos.
y la hambruna perniciosa de tus repentinas embestidas
sollozaba en el rocío de tus robustas perdiciones;
busque en las llanuras la presa contumeliosa
y el pecho de tus entrañas filibusteras
que sedujeron tus impúdicos ojos ancestrales,
y como furia de tus malévolas intenciones
devoré los agónicos alientos de tus praderas
 en los execrables desechos de los buitres
y destroce las melancolías de tu férvida existencia.
Yo soy el rey de todas las criaturas
y el terror que embiste las noches mortíferas
que miraba los horizontes de tu cuerpo
y la noche fulgurante de tus estrellas.
Yo soy el soberano de la piedra inerte,
y de todos los fisípedos carnívoros que temían.
Yo soy el Serengueti cuando la muerte camina
y el sueño  sangriento de tus inhóspitas emociones
y los alaridos estruendosos de tu impávido hocico
y la melena esponjosa en la majestad de tu rugir
y tenías el nocivo hedor del aliento que provoca
y cuando el hombre asomaba en la sabana perniciosa,
para escupir fuego de su tosco aliento
le devoré la espada de su tormento
en  el albor de mis instintos criminales
y les mande los ciclones de la muerte
y el espanto de mis rabias enfurecidas
para conturbar sus desechos ambiciosos
en el yerto de sus pasiones prejuiciosas,
aunque no tenía toda la inteligencia de mis acechadores;
poseía el poder sobre mis depredadores
y cuando la aurora nuevamente despertaba
mis ojos moribundos se irritaban
en el cadalso de mi extinguido reino…

©CARLOS ASCENCIO BARILLAS, poeta y escritor salvadoreño
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA



1 comentario:

  1. Metáfora que desgarra al alma ilusionada, espanto de unas garras que destrozan ilusiones, pavor de identidades masculinas, reflejos inevitables de poder e inclemencia.....!!

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