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martes, 15 de septiembre de 2015

SENTÍA QUE, PODÍAMOS ENTENDERNOS, Elsa Solís Molina, Rosario, Santa Fe, Argentina


Imagen de: santiagodelrio.wordpress.com


SENTÍA QUE, PODÍAMOS ENTENDERNOS

Como una joya, engarzada en la barranca, contenido entre perfumes de flores silvestres, estaba el rancho, en agreste paisaje, que, parecía ocultar, notas de guitarras, empujando a las hojas que bailoteaban movidas por el viento. Al llegar, lo habíamos hecho por escalones de piedras, que, luchaban por cumplir su misión, entre vegetación tan exuberante; a los más incapaces, nos eran muy útiles las rústicas barandas de troncos, que, marcaban el camino. Casi de pronto, se abrió la visual y nos encontramos en el patio de tierra apisonada, al parecer, sostenido por la barranca, de matas espesas y florecidas, que se perdían en la hondonada. A lo lejos, las islas, custodiadas por nuestro conocido río Paraná, marrón, cauce de numerosas barcas, que, merecían los comentarios de los entendidos. El sol, ya estaba en lo alto, de un cielo celeste y limpio. Al entrar al patio, tres perros, salieron a recibirnos, con tranquilizadores movimientos de rabo, por lo que se veía, que estaban acostumbrados a recibir visitas. Güado, el dueño de casa, nos recibió cordialmente, él mismo le había dicho a Favio, nuestro editor y fundador del Centro Cultural Baigorria, que los poetas, lo fuéramos a visitar. Desde el patio mismo de su rancho, con todo el río al frente, alcanzando a ver, también el puente, Rosario Victoria, en charla amena y como si fuéramos amigos de muchos años, Güado nos explicaba, lo placentero y a la vez lo minucioso de su trabajo. Pasamos a su vivienda, museo, exposición artística y retiro, de este artista tan singular.... no había nada superfluo, sobre la mesa una enorme araña de troncos, trabajada con una paciencia infinita, los estantes, llenos de piezas de ajedrez, morteros, cálices, ceniceros, artesanías realizadas con raíces, troncos increíblemente trabajados, una figura oriental, todo lo inimaginable, extraído de un tronco.....Al rato, un aroma exquisito de asado a la parrilla, comenzó a extenderse por el patio, y al salir, invitados por Güado, encontramos en el sencillo patio, una mesa servida, para todos nosotros, pollo y carne asada, y la más variada cantidad de ensaladas, para todos los gustos, igual que las bebidas....unos arbolitos del patio, nos dieron la frescura, para seguir gozando de ese paraíso. Era tan plácido, dejarse estar, entre todo lo sencillo, primario, y agradable, que el hombre necesita, que, era como que descubríamos allí, el sentido de la vida, y las pocas cosas que se necesitaban para vivir feliz, a la vez, entendíamos el retiro de ese hombre, que había descubierto cual, era el camino...Allí recuerdo que pensé que, con personas así en el mundo, sentía que podíamos entendernos. Al rato, nos invitaron de nuevo adentro, donde en el hogar, rústico, eficiente, gastando sólo un tronco enorme, que nos decía le duraba hasta la noche... apareció de pronto, una guitarra; el mate, ya andaba dando vueltas también... Güado abrió la tertulia, casi acariciando su guitarra y quedamente, muy sentido, entonó dos o tres canciones, que nos hicieron sentir muy en lo profundo, que esas eran nuestras raíces, que estos eran nuestros lugares, y que, vaya, que satisfacción nos daba... En eso, el dueño de casa, con toda naturalidad, sin tener que rogar, le alcanzó la guitarra al asador, del cual, todos creíamos que, acabadamente, nos había demostrado sus habilidades...Tomó la guitarra y con la tranquilidad de lo cotidiano, arrancó con una voz magnífica, cantándole a todo lo bello que nos rodeaba, a ese río de Argentina, al amor, a la paz, a los sueños. Cantamos todos, animados por ese ambiente genuino de amistad, rodeados de tanta capacidad, para hacernos sentir tan bien, si es que algo nos faltaba en ese paraíso que nos rodeaba.

©
ELSA SOLÍS MOLINA, poeta y escritora argentina.
MIEMBRO HONORIFICO DE ASOLAPO ARGENTINA




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